
De acuerdo a The Times, Doug McWilliams, director ejecutivo de la CEBR, señaló al gobierno griego: “Saliendo del euro: la nueva moneda griega se reducirá a lo menos en un 15%. Como la deuda nacional se valora en euros, a medida que se cumpla el proceso la deuda pasaría de su nivel actual de 120% del PIB a un 140%.. Por lo tanto parte del paquete de abandonar el euro será el de convertir la deuda en la nueva moneda nacional de manera unilateral por la vía del tipo de cambio”.
La iniciativa que plantea McWilliams es totalmente viable y ampliamente conveniente para Grecia, un país que ha sido humillado y ridiculizado por su vecinos europeos. El problema uno, es que la salida de Grecia del euro puede tener consecuencias desastrosas para los bancos alemanes y franceses, a los que les debe miles de millones de euros. El problema dos, es que este ejemplo de Grecia puede ser seguido por el resto de los países en graves problemas como España, Portugal e Italia, iniciando así el lento declive de la moneda única y de la propia UE.
Como lo he señalado en varios artículos, la actual fase de la crisis ha llevado a las divisas a protagonizar una verdadera guerrilla en la cual intenta dirimirse cual será la moneda dominante en el futuro. En este aspecto, ha sido la incapacidad de Europa de detectar a tiempo los problemas y generar un plan de estabilización (tardó 20 meses en hacerlo), lo que le está provocando un profundo mal rato que puede tener serias consecuencias para el futuro. Ante esta Europa indecisa y dormida la hegemonía del dólar ha encontrado la presa exacta para su supervivencia. Un euro dolarizado sometería a Europa a una dependencia financiera fatal: le obligaría a pagar parte de la deuda de Estados Unidos.
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